Otra vez aquella tristeza en su
cuarto, otra vez aquellos ojos grandes mirando el vacío desde su venta, otra
vez todo volvía a donde empezó… “¿Por qué
quieres irte?” – Susurró.
Sin darse cuenta, una lágrima
calló lentamente de su mejilla, acabando en el suelo. Hacía tantos meses que no
se encontraba en esa situación, que no lloraba por él desesperadamente. Él
había vuelto en un día de frío para quedarse, para no marcharse a ningún lado
sino era con ella, para quererse como nadie lo había hecho jamás, pero ahora,
otra vez vacío.
Los días pasaban lentos y grises,
el sol no animaba a que todo volviera a la normalidad y la oscuridad cada vez
era más larga donde ella no encontraba la forma de salir.