domingo, 26 de febrero de 2012

Te echo de menos.

He visto a la luna sonreír, y he creído que era tu sonrisa. Este lugar me hace sentir la necesidad de que estés junto a mi. Sé que este sitio no es especial y que no puede haber nada que me recuerde a ti. Pero es que, no sales de mi cabeza. No puedo dejar de pensar en otra cosa que no seas tú. Estoy loca o más bien me estás volviendo loca. Tal vez no tenga cura, y sinceramente no quiero saberla. Vente aquí y hacemos este lugar nuestro. Solo tengo algo claro, que no importa donde esté o lo que este haciendo. Esta luna siempre será igual que la tuya.

sábado, 18 de febrero de 2012

M de miedo.

No quiero decirte adiós. Tengo miedo a despertar por las mañanas y decirle los buenos días a una sombra. No quiero soñar despierta  y estar sola poniéndole nombres a las nubes desde una ventana donde antes alguien me acompañaba. Sé que me pondré como una tonta a dibujar corazones sin sentido en un papel y que después acabare tachándolos para así poder olvidar ese amor que un día fue mío. Caminar por lugares, por los cuáles antes iba protegida de ti y ahora no serán nada de especiales sin tu compañía. Tardes sin rumbo dejando lágrimas por doquier, donde un día dejamos nuestro amor en cada rincón.  Y dejaré de escuchar toda la música que me recuerde a ti, porque ya no será única. Entonces, todo se esfumara en cuestión de segundos. Y quedará el miedo de que seas un recuerdo.


sábado, 4 de febrero de 2012

Sin pensarlo.

Todo ocurrió en aquel pub. Estábamos tomando unas copas. Cuando de repente me miro. Estaba feliz y contento. O eso me lo parecía, y era él, el motivo por el cual yo estaba sonriendo. Cuando de repente me dijo:

-Te acompaño a casa.- Le mire con cara de no entender nada, pues no era el tema del que llevábamos hablando toda la noche, pero el prosiguió. –Sí, te llevo a casa y subo contigo. Te quito la ropa y te hecho sobre la cama. Te pongo el pijama. Bueno, mejor no. Entonces, yo me quitaría la ropa y me acostaría contigo. Te haría mía hasta cansarnos. Así, te dejaría dormir entre mis brazos. Por la mañana,  te daría los buenos días. Me despertaría antes que tú y te llevaría el desayuno recién hecho a la cama. Levantaría las persianas, para que la luz entrara y viera lo hermosa que estás. Por último, me marcharía…- Yo parecía tonta mirándolo con esos ojos grandes que me caracterizan. En ese momento, estaba segura de lo que sentía por mí, como nunca antes lo había estado, de que no podía dudar.

-Te quiero.- Le dije y le bese. Era tan feliz, que no podía dejar de sonreír mientras le miraba.