sábado, 4 de febrero de 2012

Sin pensarlo.

Todo ocurrió en aquel pub. Estábamos tomando unas copas. Cuando de repente me miro. Estaba feliz y contento. O eso me lo parecía, y era él, el motivo por el cual yo estaba sonriendo. Cuando de repente me dijo:

-Te acompaño a casa.- Le mire con cara de no entender nada, pues no era el tema del que llevábamos hablando toda la noche, pero el prosiguió. –Sí, te llevo a casa y subo contigo. Te quito la ropa y te hecho sobre la cama. Te pongo el pijama. Bueno, mejor no. Entonces, yo me quitaría la ropa y me acostaría contigo. Te haría mía hasta cansarnos. Así, te dejaría dormir entre mis brazos. Por la mañana,  te daría los buenos días. Me despertaría antes que tú y te llevaría el desayuno recién hecho a la cama. Levantaría las persianas, para que la luz entrara y viera lo hermosa que estás. Por último, me marcharía…- Yo parecía tonta mirándolo con esos ojos grandes que me caracterizan. En ese momento, estaba segura de lo que sentía por mí, como nunca antes lo había estado, de que no podía dudar.

-Te quiero.- Le dije y le bese. Era tan feliz, que no podía dejar de sonreír mientras le miraba.

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